miércoles, 6 de junio de 2007

Móvil, un cierre penoso para la temporada del CDN


Parece que el final de temporada del Centro Dramático Nacional no está siendo muy bueno. Después del horror de Splendid's, nos llega también Móvil, un aburrimiento que Sergi Belbel se ha atrevido a firmar y Miguel Narros a dirigir. Dos horas casi, dos horas, de una obra que no se cree nadie, en la que se dan dos relaciones paralelas entre madres e hijos, sin que ninguna de las dos aporte nada. Y lo que la obra tenía que aportar, se lo cargan los actores.


Sí, porque salvo Nuria González, que trata de dar vida y alma a un personaje desagradable y que, efectivamente crea un personaje -y es lo más salvable de este montaje-, María Barranco es María Barranco en todo momento; es decir, que a veces está bien pero otras veces es irritante como sólo ella puede llegar a serlo. De Marina San José, la hijísima de Ana Belén y Víctor Manuel, sólo decir que se carga
la mejor escena de la obra por su tono ñoño, sin ningún ritmo. Dan ganas de darle dos tortazos, noviolentos, claro. Y el cuarto en discordia es Raúl Prieto, que parece que se ha tomado algo porque no para de hacer bobadas y decir tonterías. Ser joven no significa hacer estupideces y saltar, dar botes continuos y gritar. Ni siquiera cuando estás traumatizado por tu relación familiar y por tu vida. Da un poco de vergüenza ajena verle, de verdad.

Si en la obra en Barcelona, dirigida por Lluís Pasqual, la puesta en escena desquiciaba por sus luces (por lo visto, hubo gente que, directamente, sacó las gafas de sol y se las colocó), en la obra dirigida por Narros el espacio se oscurece y los elementos escénicos son muy escasos: una mesa, una banqueta, una especie de banco... La imaginación está obligada a funcionar para ver coches, aeropuertos, hoteles, casas... Algo que me gustó (ya oigo los comentarios: ¡menos mal!) fue cómo los actores se alternan en sus "monomóviles" (el monólogo ha pasado a mejor vida por medio de la tecnología) estando dentro del escenario todos a la vez. Son las luces, los focos, los que muestran el protagonismo y van pasando de uno a otro en la parte final de la obra.


Me temo que el CDN ha apostado por un texto nuevo, de un autor sobradamente conocido y apreciado (Belbel es el autor de la exitosísima y muy buena El Método Grönholm), pero muy flojo. Una no sabe dónde quiere llegar Belbel, aparte de hablar de la incomunicación en nuestros días. Y, como dice Bieito, lo primero es saber qué quieres decir.

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