jueves, 8 de marzo de 2007

Leo Bassi sigue rebelándose: La Revelación, de nuevo





Hace días que quería escribir sobre “La Revelación” de Leo Bassi. Asistí a la obra con mucho interés, esperando ver una obra escandalizadora hasta decir basta y preparada para que Bassi nos llevara a la calle a gritar contra la iglesia y contra la religión o nos embadurnara con algún tipo de pintura o elemento pegajoso. A nosotros o a él.Sí gritamos, sí (cuando Bassi pidió a los ateos y agnósticos –“ateos sin caña”- que gritáramos para mostrar que existimos). Un grito salió del patio de butacas e inundó la sala del Teatro Alfil de Madrid.


Sin embargo, la obra no me pareció especialmente provocadora, hablando en términos teatrales. Me refiero a que sí es provocadora intelectualmente ya que es un recorrido por la historia del cristianismo, deteniéndose en los momentos más significativos y manipuladores de la Biblia.Leo Bassi explica, tras el inicio de la obra -en el que se viste de Papa y se pone a bailar break ( o algo parecido… ¡Madre mía!¡Qué energía! ¡Yo no sería capaz de hacerlo sin que me diera un ataque al corazón! Sólo por ese momento merecería un premio!) y luego reparte condones con la sana intención de atraer a los jóvenes a la iglesia-, que es este momento de suplantación papal el que ha generado tanta polémica (con bomba incluida. Recordemos que el año pasado, cuando se estrenó en este mismo teatro, un terrorista puso un artefacto explosivo en la sala. Por fortuna, el artefacto fue descubierto y desactivado. Sin embargo, la extrema derecha no se sintió contenta y le plantaron una concentración frente al Alfil. Menos mal que muchísimos antifascistas apoyaron a Bassi en una contra-concentración).


No entiendo yo por qué tanto lío, la verdad. Bassi tiene derecho a la libertad de expresión. Y, sinceramente, me parece más escandaloso el apoyo de la iglesia y determinados políticos a manifestaciones reaccionarias que lo que cuenta Bassi en su obra con mucha gracia. Y con un objetivo muy loable: “convertir” a algún fanático a las delicias de la razón.Su paseo por el paraíso y por las creencias religiosas no ataca sólo al cristianismo sino a la religión como limitadora y represora. De hecho, es significativo el final, donde Bassi descubre la espiritualidad entendida como fusión con la naturaleza. Muy interesante y muy divertido gracias a la historia del jesuita convertido por los indígenas (de lo mejor de la obra).
Durante el monólogo es especialmente memorable el homenaje a todos los pensadores ilustrados que han conformado la tradición laica e hicieron posible la Revolución Francesa, logrando independizar al estado del poder de la iglesia. El estado se liberaba de la religión y Leo Bassi trata de reivindicar este hecho. Parte de la idea, acertada, de que el laicismo no tiene quién lo defienda. Y de ahí su declaración apasionada de amor al ateísmo y la razón. “Defiendo el laicismo con pasión”, declara en su web. No sé qué tiene de escandaloso.
Somos muchos los que veneramos la razón por encima de la ceguera fundamentalista religiosa o por encima de cualquier fundamentalismo, más exactamente.Aunque al final, cómo no, aparece una “bassilada” (si no fuera así, puede que no fuera Leo Bassi), de la que se podría prescindir y el espectáculo ganaría (como de la expresión “cojones”, dicha millones de veces durante toda la obra, también prescindible por lo menos unas cuantas veces), “La Revelación” es una obra muy recomendable, incluso para quien ya la vio el año pasado, ya que durante los once meses que ha estado de gira el texto ha sido revisado en un tono "más profundo, serio y militante", a decir de su autor. Recomendable para el que guste de un buen monólogo, pero no para el que busque el escándalo. Eso lo tendrá que buscar en otro sitio.
Por cierto, Leo Bassi ha anunciado una nueva edición del Bassi-Bus, esta vez con dirección Telemadrid. Me parece muy didáctico y, esto sí, provocador y desobediente. Aquí sí.

Fecha:13/02/2007

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