Mariano Barroso se ha pasado al teatro. La verdad es que, por lo visto, ha sido ayudante de dirección teatral de Miguel Narros, José Carlos Plaza y Lluís Pasqual. ¡Ahí es nada! Además, y para completar currículum, estudió dirección de escena e interpretación en el Teatro Español de Madrid y en el Laboratorio William Layton, del que fue socio co-fundador.A lo que íbamos. Que Barroso se ha puesto a dirigir “Closer”. La mayoría conoceréis la peli con Jude Law, Natalie Portman, Clive Owen y Julia Roberts. Igual os ha pasado como a mí, que no sabía que esta película está basada en una obra de teatro estrenada en el Royal National Theatre de Londres en 1997. Desde entonces, ha sido representada en las más importantes capitales del mundo, traducido a más de 20 idiomas distintos y recibido las mejores distinciones de crítica y premios como el Evening Standard Comedy Award for Best Comedy, New York Drama Critics’ Circle ó el Laurence Olivier Award for the Best Play.“’Más cerca’, ese es el significado literal de la palabra “CLOSER”, eso es lo que necesitan ávidamente todos los personajes de esta función: estar más cerca, tener intimidad, como sea, a cualquier precio. Los cuatro se buscan y se necesitan de manera compulsiva pero, también compulsivamente, se mienten y se traicionan, se abandonan y se pierden”, así resume Mariano la obra. Y me parece una buena síntesis.
Si has visto la película, la obra te la irá recordando. La película sigue prácticamente escena a escena la obra de teatro. Sin embargo, José Luis García Pérez (que hace de Larry, el doctor, vamos, de Clive Owen) y Lidia Navarro (Alice, aka Natalie Portman) y Belén Rueda (Anna, aka Julia Roberts) hacen suyos sus papeles y desde el primer momento olvidas a los actores y recuerdas el personaje. Es difícil. Al fin y al cabo, son los mismos personajes. Y estos actores están a gran altura al haber aceptado el reto y haber conseguido superarlo. Sobre todo José Luis. No es Clive Owen, es Larry, un Larry propio, nuevo, y al mismo tiempo, el de siempre. Igual ocurre con los demás. Quizás Sergio Mur (Danny, aka Jude Law) sea el que más se parece a Jude Law y no crea un Danny distinto a la película. Es una pena. Porque Jude Law es mucho Jude Law, y lamentablemente, se queda en la cabeza y, en las comparaciones, Sergio pierde. Y, por eso, Danny también. Con todo, lo peor de la obra fue el público que me tocó ayer. Yo tuve a una chica detrás con una risa aguda y estruendosa que me dejó sorda varias veces. Además, se reía cuando en el escenario tenía lugar una crisis, una pelea (¡qué manía de reírse por todo! Especialmente por las cosas más tontas, como si tuviera 15 años por oír la palabra “follar”. Lo que hizo comentar a la amiga con la que iba a la salida que parecía que estaba viendo una película de Mel Brooks. No sólo fue esta chica. El público estaba compuesto mayoritariamente por mujeres, algunas de ellas del espécimen (no sólo mujer, dicho sea de paso) del que comentan como si estuvieran en el salón de su casa, lo que, en la fila 2 como unas que tenía delante, es estar bastante cerca de los actores, que obviamente lo oyen. Alguna miradita lo dio a entender. De nuevo el silencio. ¿Tan difícil es estarse callado durante una hora y media, dos horas? ¿No se puede comentar a la salida? Lo siento, pero no me cansaré de reclamarlo. Esto es una “cruzada” contra móviles en las salas y por el SILENCIO). En fin, cargaos de paciencia, pero id a verla. Merece la pena. Algunas de las escenas son mejores en la obra que en la película y, si no te gustó la propuesta de Mike Nichols para el cine, inténtalo con la de Mariano Barroso en el teatro.
Si has visto la película, la obra te la irá recordando. La película sigue prácticamente escena a escena la obra de teatro. Sin embargo, José Luis García Pérez (que hace de Larry, el doctor, vamos, de Clive Owen) y Lidia Navarro (Alice, aka Natalie Portman) y Belén Rueda (Anna, aka Julia Roberts) hacen suyos sus papeles y desde el primer momento olvidas a los actores y recuerdas el personaje. Es difícil. Al fin y al cabo, son los mismos personajes. Y estos actores están a gran altura al haber aceptado el reto y haber conseguido superarlo. Sobre todo José Luis. No es Clive Owen, es Larry, un Larry propio, nuevo, y al mismo tiempo, el de siempre. Igual ocurre con los demás. Quizás Sergio Mur (Danny, aka Jude Law) sea el que más se parece a Jude Law y no crea un Danny distinto a la película. Es una pena. Porque Jude Law es mucho Jude Law, y lamentablemente, se queda en la cabeza y, en las comparaciones, Sergio pierde. Y, por eso, Danny también. Con todo, lo peor de la obra fue el público que me tocó ayer. Yo tuve a una chica detrás con una risa aguda y estruendosa que me dejó sorda varias veces. Además, se reía cuando en el escenario tenía lugar una crisis, una pelea (¡qué manía de reírse por todo! Especialmente por las cosas más tontas, como si tuviera 15 años por oír la palabra “follar”. Lo que hizo comentar a la amiga con la que iba a la salida que parecía que estaba viendo una película de Mel Brooks. No sólo fue esta chica. El público estaba compuesto mayoritariamente por mujeres, algunas de ellas del espécimen (no sólo mujer, dicho sea de paso) del que comentan como si estuvieran en el salón de su casa, lo que, en la fila 2 como unas que tenía delante, es estar bastante cerca de los actores, que obviamente lo oyen. Alguna miradita lo dio a entender. De nuevo el silencio. ¿Tan difícil es estarse callado durante una hora y media, dos horas? ¿No se puede comentar a la salida? Lo siento, pero no me cansaré de reclamarlo. Esto es una “cruzada” contra móviles en las salas y por el SILENCIO). En fin, cargaos de paciencia, pero id a verla. Merece la pena. Algunas de las escenas son mejores en la obra que en la película y, si no te gustó la propuesta de Mike Nichols para el cine, inténtalo con la de Mariano Barroso en el teatro.
Fecha: 19/01/2007
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