jueves, 8 de marzo de 2007

Afterplay: recuperando a Chèjov


Sonia ha perdido al tío Vania. Andrei tiene dos hijos y aún le quedan dos hermanas. Ambos personajes se encuentran, gracias a la obra Afterplay, en un café de Moscú 20 años después de la edad que tenían en sus respectivas historias, aquéllas que escribió Chèjov (Tío Vania, Tres hermanas).
Blanca Portillo es Sonia y un Helio Pedregal en estado de gracia absoluta es Andrei. La sala pequeña del Teatro Español permite la intimidad, nos deja acercarnos a estos dos seres solos y herederos de trágicas historias pasadas que marcan su presente.
El autor Brian Friel consigue reunirlos en nuestra presencia y logra que sus sentimientos y miedos se desnuden ante nosotros. La dirección de José Carlos Plaza, invisible -como debe ser la mano de un director- , nos guía por un escenario en el que una mesa y dos sillas, unos papeles y dos maletas, componen todo el atrezzo. No hace falta nada más para sentir la tristeza de los dos personajes, el calor humano que reciben el uno del otro, las miserias que comparten y las oscuridades de una vida que se desliza en la melancolía de lo pasado.
Blanca Portillo es una muy buena Sonia, con una evolución del personaje muy gradual y significativa, pero Helio Pedregal se alza como un Andrei frágil y, al mismo tiempo, nos descubre cómo esa vulnerabilidad, esos fracasos en la vida le han hecho el más fuerte de los dos. Le han hecho mirar hacia adelante más que a su compañera.
Teatro clásico, intenso y emocionante. Un teatro que deja, como Play Strindberg, una pequeña huella en la memoria días después de haber visto la obra.

Fecha: 11/12/2006

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