jueves, 8 de marzo de 2007

Calixto Bieito se lo monta con Plataforma


Y tanto que se lo monta! El espectáculo es brillante, la escenografía impresionante (por lo práctica, lo útil, lo eficaz, por lo tremenda), los actores del Romea increíbles y el texto, fantástico. Con tales materiales Bieito sólo tenía que aderezar. Pero, aquí pequeños saltamontes, es donde se nota la mano del maestro. Todo esto, en manos inadecuadas y mediocres, sería un espectáculo pretencioso. Pero en manos del genial director teatral se convierte en una parodia de la sociedad actual llevada a sus extremos.
Claro que todo esto ya lo tiene el texto de Michel Houellebecq, pero sin el toque Bieito no sería igual.
¿Y cuál es el toque ése tan fantástico? os preguntaréis muy justamente. Para mí, su toque es la mezcla de elementos de muchos espectáculos en uno. Hay cine (porno, eso sí), hay música (karaoke, estética de vídeo musical, de teatro musical), hay monólogos (explicaciones hacia el público, reflexiones en voz alta sobre religion, trabajo, amor, familia) y, sobre todo, hay parodia, hay ironía, hay humor, negro, bestia, sutil ... Y que todo eso fluya, que no se "mate", por decirlo coloquialmente, que todo esté bien combinado y situado en su momento es el toque.
La sociedad que retrata Houellebecq es una sociedad hastiada, aburrida, sin valores, sin principios... y eso es lo que muestra en escena. Bieito rescata de todo ese mundo una historia de amor pero, personalmente, no fue lo que más me llamó la atención. Lo más interesante es la crítica radical contra todo tipo de sociedad, sobre todo la occidental, claro, llegando incluso a momentos de parodia sangrante como el relato de una violación… Creo que lleva tantos momentos al extremo que dejan de ser lo que parecen para convertirse en otra cosa… Por ejemplo, durante un rato bastante largo al princio vemos cómo los personajes ven porno en un peep show. Extender tanto esa escena hace que ya no tenga que ver con el porno, tiene que ver con la soledad, el hastío, la incomunicación… La charla sobre sexo con tailandesas se convierte en una muestra de la pérdida de valores, de la confusión de roles en la sociedad occidental; el monólogo de Jean-Yve sobre cómo se tira a una canguro me pareció (y aquí ya no sé si me lo tengo que hacer mirar) lo más tierno que cuenta el tipo, un ejecutivo agresivo el resto del tiempo, pero el tono con que lo cuenta como si estuviera siendo salvado por una chica de 15 años cuando te está contando que abusó de ella… Lo mismo pasa con Belén Fabra, que se pasea desnuda continuamente durante el escenario. Deja de ser un cuerpo para convertirse, sobre todo con los ojos, con la voz, con los gestos, en un símbolo, en una supraconciencia de todos ellos…
Hubo gente que se salió del teatro. Es lo que tiene que te estén diciendo cómo somos, lo sórdida e hipócrita que es esta sociedad. Sin embargo, y no soy masoquista, está bien que nos demos cuenta de lo que hay a nuestro alrededor y, fundamentalmente, por qué está pasando... Así es nuestra sociedad y, lo que se ve en el escenario, son los valores que se alientan: competitividad, sexo, juventud, belleza... El extremo, lo pone Bieito.
Lo dicho. Escénicamente brillante, los actores del Romea impresionantes, el texto buenísimo y Echanove muy bien, salvo al final, pelín sobreactuado y con gestos made in Echanove (tanta baba cayendo, tanto movimiento frente a la contención y sobriedad de las actuaciones del resto de actores - Marta Dominog, Lluís Villanueva, Carles Canut, Mingo Ràfols, Boris Ruíz, Belén Fabra- parece fuera de sitio). Para no perdérsela si se dejan impregnar del tono de crítica exarcerbada. Para verla, en Madrid, en el Teatro de Bellas Artes hasta el 14 de enero.

Fecha: 22/12/2006

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