miércoles, 7 de marzo de 2007

Coppèlia: tutús revisados


La nueva versión de Coppèlia del Ballet de Víctor Ullate (ahora también nada conocido como Ballet de la Comunidad de Madrid. Sigue siendo el de Ullate de toda la vida pero supongo que con más subvenciones) es muy bonita y agradable. Ayer me decía un compañero que es crítico de danza que "eso es lo peor que se puede decir de un ballet". No estoy muy segura. La nueva coreografía de Eduardo Lao es muy bonita, es un ballet que da gusto ver: técnicamente perfecto, con un vestuario y un maquillaje coloridos y una coreografía en un contexto moderno. Me pareció muy adecuado para estas Navidades. Si van a ir a verlo, verán ballet de calidad, pero... sin emoción. Los pasos a dos entre los dos enamorados (Coppèlia y Franz) no te hacen vibrar, no hay pasión. Casi ni se tocan... El doctor Coppelius es un borracho loco, y su largo vestuario impide ver bien los pasos del bailarín Luca Vetere. Las tres limpiadoras son, en principio, el contrapunto humorísitico del montaje, pero no siempre son graciosas, aunque las pasos que ellas protagonizan son los más originales. Precioso me pareció el papel de Diva Espectral de Ana Noya, pero no sale mucho... Eri Nakamura (Coppèlia) y ella tienen un bello paso juntas.
Confieso que no he visto la versión clásica de Coppèlia (dicen que hay una versión de Roland Petit, con Lucía Lacarra -su musa- y el Ballet de Tokio -con el que ha hecho el Pink Floyd Ballet, genial!, que vino este verano a Madrid- que me encantaría ver). De todas formas, el tiempo pasa muy rápido asistiendo al espectáculo del Ballet de Víctor Ullate. Que se lo digan a todos los parientes que llevaron a sus niñas (NIÑAS, que no niños; seguimos con el sexismo sin remedio...) a ver esta obra. Y no se les oyó en ningún momento, tan atentas estaban a todo lo que pasaba encima del escenario. Algunos mayores deberían aprender de ellas!
Fecha: 05/12/2006

No hay comentarios: