miércoles, 28 de marzo de 2007

La vida de los otros

Hace ya algunas semanas que ví esta magnifica película, ópera prima, de Florian Henckel Von Donnersmarck, que ganó muy merecidamente el Óscar a la mejor película extranjera. Si el mundo fuera justo y los Óscars unos premios universales, Ulrich Mühe y Sebastian Koch se habría llevado los premios a mejor actor de este año. No sé qué tal estará Forest Whitaker en “El último rey de Escocia”, pero lo que hace Ulrich Mühe en esta película es im-pre-sio-nan-te. Y Sebastian Koch no le va a la zaga en talento, acompañados de una no menos fantástica Martina Gedeck.

Se quedan en la memoria fotogramas de esta película, rodados de una forma muy clásica, sencilla en apariencia, sin grandes estridencias. Como en el gran cine de siempre, lo más importante es la historia, lo que se está contando. El cine es el vehículo con el que se narra y, como en las grandes obras, lo mejor de la técnica es que no se note, que no sientas que está ahí, que sea la historia lo que te lleve…

Así ocurre en esta película que, sin embargo, tiene algunos momentos de guión no tan redondos y de los que se podría prescindir (el momento niño, un poco simple para contraponer pureza-maldad) o que podrían estar más marcados (hasta el final no sabemos cuánto tiempo ha estado el capitán de la Stasi Gerd Wiesler espiando a la pareja formada por el prestigioso dramaturgo y escritor Georg Dreyman y la popular actriz Christa-Maria Sieland, por lo que se hace un poco difícil entender una tan “rápida” identificación entre los principios del militar y el intelectual… El tiempo se contrae por imperativo cinematográfico de duración y eso que la peli dura más de dos horas, que se pasan volando).

Son unos “peros” un poco puntillosos, lo reconozco, porque la película es una obra de precisión, en la que los silencios y los diálogos son perfectos, los justos, encuadrados en una planificación cinematográfica (con planos muy clásicos) y una fotografía –gris en los exteriores, más cálida en el apartamento- muy adecuada para situarnos en la República Democrática Alemana de los años 80 y comprobar cómo funcionaba su servicio de espionaje, la Stasi.

Es una de las mejores películas que he visto en mucho tiempo y se la recomiendo a todo el mundo. La lealtad, la amistad, la traición, el amor, el miedo, el valor… se transponen y se redefinen a lo largo de la película. ¿Quién es “leal”?¿Qué es ser “leal”? ¿A quién o a qué? ¿Qué significa “traición”? Si nos traicionamos a nosotros mismos, ¿es lo mismo hacerlo por convicción o por miedo? ¿Superviviencia o principios? ¿Implicación contra las injusticias, a riesgo de perder la vida, o incómoda pasividad? Y es que las decisiones individuales afectan a lo que nos rodea, a la Historia que vamos creando. Tres personajes nos enseñan que existen muchas formas de valentía y de integridad en una pequeña-gran historia, de esas que reflejan una de miles de vidas que conforman lo que luego se estudia en los libros.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Justo yo también hablaba de esta peli. En general coincido contigo en que es un gran trabajo. De todas maneras la escena niño (la del globo) no me parece nada facilona. Puede ser un recurso manido y desde luego obvio pero creo que lo importante es que funciona a la pefección.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo en que funciona pero ¿no te parece que podría haber sido algo más sutil? No hacía fatal remarcar de esa forma cómo se va dando él cuenta de dónde está y a quién está sirviendo. Anyway, como ya digo, es que estoy algo quisquillosa...